Durante la semana pasada, Iván Navarro desarrolló un performance: mandó imprimir sobre hoodies negros varias caricaturas críticas suyas sobre la Feria de arte de Bogotá, vendió algunas y se guardó otra para sí mismo. Como estaba trabajando semi-contratado por una galería, aprovechó para deambular libremente por el galpón donde se realizaba el evento y dejarse fotografiar como un turista desprevenido o como una efigie medio-inútil, medio-siniestra.