Entrevista con Félix Suazo

Fotografía: Galo Mosquera

El crítico y curador cubano-venezolano Félix Suazo (La Habana, 1966) se ha venido desempeñando en el campo artístico venezolano desde finales de la década de 1990. Su recorrido, así como las diversas investigaciones que ha adelantado al respecto, lo posicionan como uno de los teóricos más destacados del arte de este país.

En esta entrevista se busca reconocer, enmarcar y definir la forma en que las personas e instituciones vinculadas con el arte contemporáneo de Venezuela han asumido la autogestión como mecanismo operativo primordial, el abandono (en muchos casos, estratégicamente aceptado) del patrocinio por parte del Estado bolivariano y la aparición de nuevos núcleos temáticos en varias de las obras y proyectos surgidos durante la existencia de este régimen.

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Reemplaz0: En algunos de sus textos usted habla de la existencia de un circuito de espacios independientes a partir de 2005, puede decirnos cómo operaba ese sector del arte venezolano antes de esa época?

Félix Suazo: Entre 1998 y 2005 el circuito de galerías privadas y espacios culturales no gubernamentales en Venezuela funcionaban inercialmente, según el esquema tradicional. Durante ese lapso, aún no se percibían con claridad las implicaciones y consecuencias del proceso de desmantelamiento de la institucionalidad democrática y la instauración de un modelo cultural centralizado y partidista, que en lo sucesivo dio más importancia a los preceptos ideológicos que a los principios culturales.

 

R: En sus artículos, usted destaca que los espacios independientes venezolanos establecieron tres formas de autonomía (jurídica –operando como asociaciones civiles–, estratégica –manejando emprendimientos de duración fija– y articulada –desarrollando modelos de interacción con entidades ya posicionadas–, cómo se da ese fenómeno en la actualidad?

FS: Actualmente, la mayor parte de los espacios independientes que se encuentran activos en Venezuela, operan como emprendimientos privados que se autogestionan económicamente, con políticas de exhibición y programas de formación autónomos, operando como fundaciones, asociaciones civiles, galerías privadas o agrupaciones de artistas, sin la participación de organismos o recursos del estado.

 

R: En la actualidad se suele señalar desde varios escenarios latinoamericanos la situación socioeconómica de Venezuela como una consecuencia de la permanencia del gobierno actual, yendo por esa vía ¿qué relación tiene este régimen con el arte contemporáneo local?

FS: No se puede decir que exista una “relación” entre el gobierno y el arte contemporáneo en la Venezuela actual. Las políticas públicas desdeñan el ecosistema de las “bellas artes” del cual forma parte el campo del arte contemporáneo por considerarlo elitista, mientras por otro lado abogan por programas “inclusivos” que sólo entienden por cultura al “arte popular”. En consecuencia, no hay programas de estímulo al talento emergente, no hay premios y ni becas para los jóvenes artistas, no hay exposiciones concebidas para registrar y estudiar los cambios conceptuales y formales que han ocurrido en la escena artística nacional durante los últimos veinte años.

 

R: ¿Se puede hablar de la aparición de cambios formales, temáticos o conceptuales en la producción visual venezolana a partir de la instauración del régimen actual? 

FS: Desde 1998, fecha en que el país sufre un cambio de rumbo político, las prácticas de creación artística manifiestan un drástico desplazamiento en la manera de encarar los medios y contextos del arte en Venezuela. Aparecen (o se agudizan) problemáticas asociadas a la inseguridad personal, la violencia política, los conflictos de género, los símbolos patrios, la diáspora y el poder, entre otras cuestiones. Se trata de un “arte contextual”, afianzado en tres grandes horizontes: lo social, lo personal y lo artístico.

R: ¿De qué manera se dieron esos cambios?

FS: Los cambios ocurridos en la escena del arte contemporáneo en Venezuela se dan de manera progresiva, directamente concatenados con la crisis y deterioro de las circunstancias políticas, institucionales y cotidianas del país.

 

R: ¿Cómo define usted el concepto de “diáspora endógena”?

FS: La situación venezolana ha generado una “pulsión de escape” hacia afuera y hacia adentro. La indiferencia oficial ante los intereses y procesos del arte contemporáneo, ha forzado la reorganización del campo artístico que, en lo externo desemboca en el éxodo de artistas y profesionales de las artes (curadores, investigadores, críticos), mientras en lo interno se concentra en los espacios independientes, único entorno donde las producciones contemporáneas y emergentes tienen atención. De cierta manera, permanecer en el país (por cualquier razón) es una forma de exilio. Sin apoyo institucional y sin perspectivas, un segmento importante del arte y los artistas en Venezuela viven y trabajan confinados dentro de lo que podríamos llamar una “diáspora endógena”.

 

R: ¿De qué modo afecta la migración (como vivencia y como tema de trabajo) al arte contemporáneo que se hace en Venezuela?

FS: Aunque no es un problema nuevo, el tema de la migración tiene una fuerte presencia psíquica y profesional en las artes visuales de la actual Venezuela. Antes, el asunto era ir a París, Londres o Nueva York para obtener conocimientos o conquistar honores. Ahora, la cuestión es salir a cualquier parte para sobrevivir. Esa tensión puede ser visible o no en la obra, pero siempre está presente en cada una de las decisiones que el artista debe tomar a la hora de encarar su trabajo.

R: ¿Hay algún tipo de programa dedicado a la internacionalización del arte contemporáneo venezolano? 

FS: Los únicos esfuerzos significativos destinados a la difusión del arte venezolano en el exterior provienen de iniciativas independientes, ya sean fundaciones o galerías privadas.

R: ¿Quiénes son sus responsables?

FS: Destacan entre ellos el programa de exposiciones itinerantes de la Colección Mercantil y la Fundación Cisneros. También la labor de espacios galerísticos como Henrique Faria Fine Art, Carmen Araujo Arte, Abra Caracas, El Anexo / Arte Contemporáneo, Beatriz Gil Galería, Imago Art In Action y GBG Arte, los cuales han incrementado su participación en ferias internacionales e incluso establecido alianzas con instituciones foráneas para difundir las producciones recientes del arte venezolano.

R: ¿Hay investigadores dedicados a analizar la producción contemporánea venezolana?


FS: Lorena González y Gerardo Zavarce han trabajado y acompañado las diversas búsquedas del arte emergente desde la curaduría y la crítica. Sandra Pinardi y Carmen Alicia Di Pasquale, han incursionado en importantes segmentos del debate conceptual relativo al arte contemporáneo. Jesús Fuenmayor, Miguel Miguel García, Ruth Auerbach, María Elena Ramos, Sagrario Berti, Aixa Sánchez han aportado significativos esfuerzos en textos y exposiciones para el mapeo de los lenguajes y temas de actualidad. Por último, quiero destacar la labor de difusión desplegada por el portal Tráfico Visual (traficovisual.com), coordinado por Ileana Ramírez, quien ha registrado las ideas y proyectos más significativos en torno al arte contemporáneo en Venezuela durante los últimos diez años.

R: Si lo puede decir, ¿dónde trabaja en la actualidad?

FS: Actualmente formo parte del equipo curatorial de El Anexo/Arte Contemporáneo en Caracas y me desempeño como Curador Pedagógico de la XIV Bienal de Cuenca en Ecuador.

Guillermo Vanegas
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