El estado del arte en Medellín y el ajedrez del arte contemporáneo

Desde hace un tiempo en la ciudad de Medellín, parece que se ha vuelto un hábito común parlotear sobre su estado del arte y más puntualmente sobre el funcionamiento y la coherencia de algunos espacios culturales. Por momentos, los más atentos han podido observar que quienes organizan esta clase de charlas, lo hacen con la intención de justificar cada nuevo espacio, cada estrategia y cada jugada, ante lo cual, cabe decir que la intención es deshonesta y hasta demagoga si ese es el caso. En este sentido, es necesario revisar ese estado del arte que tanto se comenta, sin ninguna clase de sentimentalismos y nostalgias trasnochadas, de manera objetiva, contando con la opinión de los agentes verdaderamente implicados, y no con el prejuicio de unos cuantos que manipulan la información a conveniencia propia, para justificar, como planteo anteriormente, lo que no tendría por qué ser justificado, por ejemplo: la falta de calidad y la mediocridad de un espacio.

En una serie de entregas para Reemplaz0, se emprenderá el objetivo de hablar con los agentes del medio artístico de Medellín, escuchar sus aportes, indagar y analizar lo que pasa en relación a políticas (palabra rastrera) culturales, y cuáles son sus reflexiones en relación a la situación del arte en la ciudad.

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Pablo Helguera artista e investigador, escribió un simpático manual donde señala de manera irónica cómo funciona el sistema del arte contemporáneo. En su Manual de estilo del arte contemporáneo, Helguera compara al mundo del arte con un tablero de ajedrez y clasifica a los agentes que hacen parte del medio artístico, de la siguiente forma a saber:

El rey es quien dirige el museo, la dama o reina son los coleccionistas, las torres son los curadores, los caballos son los galeristas, los alfiles son los críticos de arte, y finalmente los peones, para nadie es un secreto, son los artistas.

El arte en Medellín y en el mundo es pues un juego; y así como en las piezas del ajedrez, cada uno de los personajes que toman parte en este, se desplazan por el tablero de acuerdo a movimientos preestablecidos, es decir, lo que se supone según su cargo y posición debe hacer. Sin embargo, los movimientos de los agentes en el mundo del arte a diferencia del ajedrez, pueden ser de tres tipos:

1. Movimiento social: siendo este movimiento el más importante, consiste en relacionarse con alguna otra pieza del tablero; esto significa, saber con quién andas, para que puedan identificar quién eres. Cuestión de distinciones, prestigios, o desprestigios; basado en hacer lobby y en muchos caos, en exceso de elogios (lambonería, le llaman) para obtener algo.

2. Movimiento económico: consiste en controlar una o más piezas del tablero de juego a través del dinero, comprando obras, contratando curadores, críticos, etc.

3. Movimiento político: básicamente es adquirir un puesto de influencia relevante así sea de manera temporal, como ser el organizador de una bienal, el curador de un Salón regional o un Salón nacional, de un MDE, etc.

En el caso de la ciudad de Medellín (el tablero), las reglas parecen no estar bien aclaradas, ¿son inexistentes? Es probable; y lo que impera como norma máxima es el principio de Round Robin que básicamente significa Todos contra todos. En esta dinámica todas las piezas (los agentes del arte) tienen la posibilidad de modificar su entorno y hasta cierto punto dirigirlo a través de alianzas, estrategias personales, estrategias profesionales, según sus capacidades y poderes económicos más que nada.

También, en el juego, “las tablas se dan cuando las piezas del tablero consiguen impedir el progreso de los otros sin conseguir ellos mismos avanzar”. En nuestro medio sabemos que estamos presenciando tablas cuando, por ejemplo, un evento de envergadura mayor, digamos al estilo de un MDE nos resulta insensato, inoportuno o innecesario. En estos casos nadie sale ganando a pesar de que cada ficha luchó toda la partida para obtener alguna clase de beneficios. También se llega a tablas cuando ninguno de los jugadores tiene las estrategias suficientes para dar mate al oponente contrario.

Por otra parte, hay momentos en los que el tablero es puesto en movimiento, pero también resulta inestable cuando implican jugadas y alianzas como por ejemplo: Rey contra Rey que es cuando los eventos organizados por los museos, son igual de insustanciales o no producen gran impacto o relevancia para la ciudad, y en consecuencia, lejos de ser el público o los artistas los beneficiados, continúan una riña de agendas y estrategias pedagógicas, expositivas y curatoriales, para hacer notar cuál es el más posicionado o, en su defecto, el vencedor.

Rey y Caballo contra Rey: esto lo hemos visto cuando un museo tiene alianzas con un galerista de peso que no necesariamente es de la ciudad, y ello determina que dicho museo incluya en los eventos más relevantes, la nómina de artistas de la galería X para, desde una estrategia de mercado, hacer un contrapeso al evento o museo contrario.

Rey y Alfil contra Rey: básicamente son alianzas entre un museo, galería o espacio y un crítico de arte, quien, a través de sus elogios a determinado evento y sus señalamientos negativos a otro, logran el cometido de poner al espacio o los espacios inversos en Jaque.

Así pues, necesitamos preguntarnos en el medio artístico de Medellín, quienes son los jugadores, cómo se han posicionado las fichas en la ciudad, y si hay un juego limpio o si hay irregularidades; y si este podría ser un juego inútil, porque, en última instancia, quizás no haya alguien que pueda resultar vencedor.

Ursula Ochoa
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