El adolescente, el profesor y el problema. (menos por menos)

Primera Parte.

El adolescente se baja de la ruta P27D, hunde un botón, suena una chicharra, y sube las escaleras de dos en dos de un edificio de los años 60, bien conservado. Desde abajo, se escuchan risas mezcladas con música de “Berlin”:

Watching every motion 
In my foolish lover’s game 
On this endless ocean 
Finally lovers know no shame 
Turning and returning 
To some secret place inside 
Watching in slow motion 
As you turn around and say 

Take my breath away 
Take my breath away 

Al entrar, un perrito minúsculo lo mira con lástima. Es una galería de arte contemporáneo. En una pared, blanca hielo, se ven expuestos unos dibujos. Dibujos pequeños. Círculos de acuarela rojos con impresiones, y hologramas con las caras de los amigos del artista. En una repisa, al aire, están unas semillas de cacao, hechas en cerámica y cemento. Hay un videoarte proyectado en la pared: Un grupo de personas transportando sal desde una mina, alguien canta en off. Una mujer negra. Se ve también una fábrica con sus chimeneas y en la entrada, un hombre de vestido, escupe, patea y manotea al aire.

Un posible comprador, de barba y baston de aluminio, con sus gafas en la cabeza, comenta para sí:

“…solo encuentro un poco de paz en estos lugares… mi aliento se agita, debo ver a Fontalbo, ahora esta en la sabana…Liliana Escalante si entiende quién es Nietzche, demasiado humano … yo, no los entiendo, tan pequeños, tan jóvenes… Hegel: ¿donde estas?, eres tú, es el, la fenomenología del espíritu!…, los Daewoo son automático por fin… Tesla: you finish”

El adolescente abraza a un grupo de amigos en el balcón del apartamento. Pausadamente, uno a uno, con precisión, cerrando sus ojos. Un chico lo besa en la boca: “te extrañé, perra”. “Yo también” le dice, mientras sonríe. “Sabes a banano”.

Se ve a una niña de unos 5 años vestida de mameluco blanco, lleva una tablet en las manos y juega PaKman-Revolution 4D. Va en el ultimo nivel. Su madre la mira desde el balcón con una copa en la mano, piensa: “My childhood in the forest, was a hell, dark…way, way… TANKERAI ya no es lo mismo, ,y todos toman ginebra… the same test… I am here, right now, not…that shadows, look like a Magritte.”

Se escucha otra canción desde el celular:

El que ama no puede pensar 
Todo lo da, todo lo da 
El que quiere pretende olvidar 
Y nunca llorar y nunca llorar 

El querer pronto puede acabar 
El amor no conoce el final 
Es que todos sabemos querer 
Pero pocos sabemos amar 

El amar es la cielo y la luz 

 

El adolescente se acerca a los dibujos, los contempla. Se acerca pensando en lo bien que (Dueñas) maneja la acuarela. Dejando acumular color en los bordes y haciendo que los tonos naranja y marron se dispersen hasta hacerse blancos, y absorberse con el papel. Los hologramas le parecen excesivos, innecesarios, algunos de los retratados están en la galería, o se conocen entre sí.

Un mesero le ofrece galleticas redondas con paté. Pero lo rechaza con una sonrisa.

Se sienta en las escaleras junto al grupo, ahora disperso. Una chica lo toma de la chaqueta: “Tenga le regalo, es la poesía de Yehuda Amihai, rebrutal… el man vivió en un kibutz, es como religioso, como un rabino uotsider, rebien.”

Jorge Acero Liaschevski
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