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Exposición de fotografía, video y performance, donde el artista ampliaba la muestra que presentó inicialmente en LAtiendaMedellín, bajo el nombre Ellos se gozan toda una tristeza ¿No? En esta ocasión, desarrolló una serie de estrategias para indagar sobre un fenómeno comercial, minimizar su intervención artística y recuperar la mayor cantidad posible de información.

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Criminal

Arte contemporáneo y delito generalmente combinan mal. De hecho, el nivel de abstracción presente en el encuentro ladrón/artista determina que ciertos síntomas empiecen a aparecer. El espectro es amplio. Puede ir de la displicencia lastimera (“ayudaré en tu redención”), a la admiración rendida (“intervendré para que logres tus objetivos”). A veces, el criminal falla y es atrapado. En otras ocasiones, el artista es quien pierde, y lo roban y esas cosas.

Pero eso no sólo les sucede a ellos. Como espectador, uno también suele generar respuestas frente a este tipo de trabajos. Quizá se sienta “atraído por lo desconocido”, o exprese asco moral. La cuestión es dialéctica. Así como hay proyectos artísticos que parten de esa relación, existen otros que solamente operan con base en el encuentro obra/audiencia. En esta clase de trabajos, quien observa es sometido a un proceso de comprobación: mira para declarar que aquello que vio existe. Por ello, la documentación es el dispositivo formal privilegiado por sus autores. Más que representaciones alegóricas, frente a ellas se trata de intentos de presentación.

En Cocayán, Edinson Quiñones maneja una metodología de intento de amarre de lo real: busca la fuente primaria; desarrolla estrategias para minimizar su intervención; intenta recuperar la mayor cantidad posible de información; la procesa para convertirla en piezas de formato urbano. Extrae y retorna.

Quiñones reúne trabajos que ha presentado en varios espacios del país, enfocados en las etapas del proceso de producción y circulación de la hoja de coca y la cocaína. En términos formales, este grupo de obras se adentra poco en la experimentación visual. Y no le importa. Fotografías, videos y sonidos de radio plantean una muestra de la complejidad socioeconómica de los diferentes estratos poblacionales que coinciden en un departamento satanizado por las políticas de prohibición al cultivo de esta planta.

Por otro lado, presentará un tatuaje que se hizo retirar como intervención no programada durante el último Festival de Performance en Cali. Así mismo, propondrá una acción mediante la que explora los límites que rodean el consumo de cocaína en la esfera privada.

Frente al grupo inicial de trabajos, en este caso trata de examinar la respuesta del público de sus exposiciones. Utiliza ambas obras como medidores de frecuencia. Se interesa en saber lo que sucede cuando altera el vacío comunicacional que hay entre propuesta y audiencia. Hace una apuesta. Quizá surja algo. Quizá no sólo quedemos en la testificación.

 

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Edinson Quiñones, La herida sana la cicatriz queda (escarificación del Dios de la coca), 2013. Piel humana.

 

 

Edinson Quiñones, Cocayán, 2012. Registro de performance

 

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SITE DEL REGISTRO DE LA ESCARIFICACIÓN EN EL VIII FESTIVAL DE PERFORMANCE DE CALI

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Sede de la exposición: Valenzuela Klenner Galería

Registro fotográfico: Edinson Quiñones y Carolina Rubio

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Modalidad de intervención ReemplazO: curaduría

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Guillermo Vanegas
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